Ecuador, Cuenca, 1975
Con más de 15 años de trabajo en las artes, Ordóñez se evidencia como un artista multifacético, comprometido con la investigación y experimentación formal y atado a su continua reinvención como creador.
En su recorrido es posible encontrar tanto obras de expresión pictórica al igual que proyectos de animación digital o incursiones al vídeo y al cine; propuestas desde el arte acción, la museografía, la instalación, el objeto e inclusive lo sonoro; proyectos de corte político, urbano o comunitario, tanto como otros conceptuales, poéticos e intimistas.

Sin embargo, no se trata de un recorrido sin dirección. Mirando en retrospectiva, y tal como él mismo lo ha señalado, encontramos un eje que ancla la mirada en su entorno cotidiano, lo cercano, lo que se ha vuelto invisible a fuerza de una existencia que, por una u otra razón, pareciera haber perdido brillo, significado o potencia; o que integrado en un sistema de representación global estandarizador, se muestra cual si hubiese perdido vigencia. Una mirada que propone entonces una resignificación, la reposición de la experiencia o darle otra vez oportunidad al asombro, la contemplación, a los sentidos y, a través de ello, a la reflexión.

Obras con procesos de largo recorrido, en las que Ordóñez desarrolla su trabajo si no en los márgenes de la escena, tal vez sí en una posición que le permite comunicarse intermitentemente según lo demande la coherencia con el carácter del proyecto que lo moviliza. Así hallamos «Grafías», que en 2007 haría visible su poética, al merecerle el premio mayor de la Bienal Internacional de Cuenca; pero también proyectos como «San Salvador» que, con una duración de algo más de 4 años, lo sumió en la experiencia del trabajo relacional con una comunidad del alto Amazonas ecuatoriano, un proyecto para públicos específicos que por su aislamiento se desentiende de espacios artísticos convencionales.
Así mismo, es evidente la continuada relación, colaboración y suscripción del creador con una serie de espacios, movimientos, colectivos, procesos y artistas que a lo largo de esta década y media han aparecido como emergentes, subterráneos, alternativos y alterativos; muchos de ellos dejando, a la larga, una importante huella en el proceso y evolución de las artes en el país.
Tiempos Pequeños busca reseñar brevemente una de las líneas de investigación y propuesta que Ordóñez ha mantenido y desarrollado a lo largo de los últimos ocho años, aquella relacionada al concepto videocarta, movilidad humana, la transnacionalización de las relaciones, tecnologías de registro y comunicación; y, en ese contexto, la poética del tiempo y la luz, llevándolo a su más reciente propuesta performática Déjà Vu.
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